Nuestro destino lo decide un tiro de dados en el cosmos, los vientos de las estrellas, las errantes brisas de la fortuna que soplan desde los molinos de los dioses.
En este momento, en algún lugar del mundo, alguien esquía en la montaña, tiene un orgasmo, pierde un hijo, se corta el pelo, yace en un lecho de dolor, canta sobre un escenario, sufre asfixia por inmersión, se casa, o se muere de hambre arrumbado en la calle. En última instancia ¿acaso no somos todos esa misma persona? Un eón son mil millones de años, y hace un eón cada atómo de nuestro cuerpo era parte de una estrella. Somos todos parte de tu universo(Dios), y si morimos, parte de tu universo muere también con nosotros.